miércoles, 19 de marzo de 2014

y el tercero...

Mi tercer viaje a la India, y segundo en menos de 4 meses, no me ha defraudado. Ya parecía difícil que lo hiciera, pero como siempre, ha superado cualquier expectativa. Hace 48 horas que aterricé en Barcelona y a cada momento pienso en los días pasados allí. Ha sido un viaje muy diferente al que hice en noviembre. Áquel lo hice sola y lo hice para conocer a Sweetha y acabé conociéndola a ella y bastante más a mí. Un viaje necesario en el que disfruté del país, pero sobretodo de la Fundación y de la soledad que en aquel momento me convenía y necesitaba. Me hizo madurar ideas y gestionar emociones de una manera en la que hoy me enorgullezco. Fue ocio y no lo fue. Por eso, creía, sabía, intuía que ese visado con caducidad 9 de abril tenía que  ser, de nuevo, utilizado.

Ha sido un viaje poco preprogramado, y el que me conoce bien sabe que para mí es difícil no planificar hasta la saciedad un viaje. Sabíamos hacia donde íbamos, pero sin especificar ni detallar destinos. Probé esta vez dejarme llevar, y puede ser que por ello, aún haya sido más gratificante. No saber dónde vas a ir a parar evita demasiada información previa, por lo que deja más recorrido a la sorpresa.

 Dejo para otra entrada detalles del país que me siguen fascinando, pero tengo que destacar:

Bangalore! me he descubierto "enganchada" a Bangalore, cuando la primera sensación hace ya 5 años y en los primeros días del viaje de noviembre fue horrenda. Pero ahora me gusta. Me siento bien, el conocerla me ha hecho apreciarla :).




 La comida! he disfrutado del Masala Dosa, del Chapati, del Panner, del Puri, del Thali, de las Samosas y en general de toda esa comida buenísima del Sur de la India. He abusado del picante sin tener consecuencias gastricas ni hemorroidales :). Y me habré bebido el zumo de más de 5 sandías! Y unas cuantas Kingfisher (mi cerveza preferida a partir de ya)

Los trenes! ya lo expliqué otro día, pero los trenes en la India y todo lo que sucede en ellos me encanta. Esta vez, habremos hecho tres viajes de casi 4 horas cada uno, no ha sido menos. La lentitud, sus vagones, la gente que viaja en ellos, las estaciones tan sucias y míseras, pero tan llenas de vida, acción y energía me han vuelto a marcar.  Y ese cantico del Chaiiiiii Chaiiii Chaiiii, que sólo oirlo me hace sonreir.


Tothadda! La materialización de lo más parecido al paraiso que puedas imaginar. He descubierto que lo que más me gusta de las playas es que esten vacías! Y que las palmeras de la India son las palmeras más bonitas del mundo. Me parece fabuloso que al poner en el Google Tothadda apenas salgan entradas (2!!), y si lo pones con una d, salga la imagen de una tostada. Mejor, más durará como aún es hoy. Virgen y poco concurrida. No hace falta que vayáis, yo os lo explico :).
















Y, por supuesto, la compañía! Nunca había viajado en grupo (ni con dos parejas!) y en él había gente a la que apenas conocía. Pero ha sido fácil, divertido y muy enriquecedor. Las decisiones han sido puro consenso por mayoría.

Així que gràcies Joel, Montse, Silvia i Quim per fer d'aquest viatge un viatge tan màgic i per ser els millors companys de viatge! I per aguantar impassibles la meva cerca interminable de piles i les meves no pèrduees de coses!!








Así que muy grandes rasgos esto ha sido lo mejor del viaje. Mi tercer viaje a la India. Pero no el último!






miércoles, 5 de marzo de 2014

Lo que me impactó (bien) de la India (II)- El tren

A escasas 48 horas de volver a la India, recuerdo la experiencia de viajar en sus trenes.

Cuando en el 2010 regresé de mi primer viaje al país,  me leí "El vagón de las mujeres" de Anita Nair. Un libro que ocurre en un vagón de tren, en un largo viaje, en el que diferentes mujeres explican sus vidas, sus alegrías y sus temores. Comprendí entonces cuán importante es ese medio de transporte, lento y anticuado, en un país dónde las distancias son enormes y las horas para recorrerlas casi eternas. Entendí también cómo pueden entablarse conversaciones sobre vidas enteras entre personas que comparten hasta más de 46 horas de trayecto.



La experiencia ferroviaria en la India es un cuento con melodía de Masala Chai, un traqueteo incesante que parece acunarte pero no te duerme, un ajetreo de ires y venires, un manojo de  letanías de cantos, risas y discusiones. Y una provocación olfativa. Es la vida india sobre raíles.

Recuerdo las cortinillas en los pasillos que escondían literas ocupadísimas y las cabinas de cuatro literas , donde dormimos nosotras tres noches, que parecían aisladas, pero que no lo estaban. También recuerdo la dificultad de encontrar tu andén, tu tren, tu vagón, tu cabina y tu litera. Y la extrañez  inicial de una vez haberla encontrado descubrirla ocupada!  Memorable el frío del aire acondicionado, que me dejó sin voz, y el calor de su ausencia.

Al viajar en tren en la India, ciertos escrúpulos deben dejarse en la estación, allí con las cucarachas y las ratas que transitan las vías. Y hay alguna de las primeras que incluso viajan en tu vagón!

Es divertido, entretenido y una genial manera de empaparse de su cultura.

 El tren indio es la antítesis del tren japonés (que conocí este verano pasado) y te fascina pensar que son el mismo medio de transporte, con esa esencia y lecturas tan distintas. El tren bala, el Shinkansen,  recorre los 476 kilómetros de Tokyo a Kyoto en dos horas y treinta y cinco minutos, mientras que el tren indio (el  Kanyakumari exprés) te lleva de Bangalore a Coimbatore (432 km) en nada más y nada menos que ocho horas. Siempre que no lleve retraso, claro.

Así pues, no nos debería extrañar en absoluto, que los indios se expliquen mucho más la vida que los japoneses mientras viajan en tren. Yo prefiero ocho horas a dos para poder explicar la mía :)  .