Cuando en el 2010 regresé de mi primer viaje al país, me leí "El vagón de las mujeres" de Anita Nair. Un libro que ocurre en un vagón de tren, en un largo viaje, en el que diferentes mujeres explican sus vidas, sus alegrías y sus temores. Comprendí entonces cuán importante es ese medio de transporte, lento y anticuado, en un país dónde las distancias son enormes y las horas para recorrerlas casi eternas. Entendí también cómo pueden entablarse conversaciones sobre vidas enteras entre personas que comparten hasta más de 46 horas de trayecto.
La experiencia ferroviaria en la India es un cuento con melodía de Masala Chai, un traqueteo incesante que parece acunarte pero no te duerme, un ajetreo de ires y venires, un manojo de letanías de cantos, risas y discusiones. Y una provocación olfativa. Es la vida india sobre raíles.
Recuerdo las cortinillas en los pasillos que escondían literas ocupadísimas y las cabinas de cuatro literas , donde dormimos nosotras tres noches, que parecían aisladas, pero que no lo estaban. También recuerdo la dificultad de encontrar tu andén, tu tren, tu vagón, tu cabina y tu litera. Y la extrañez inicial de una vez haberla encontrado descubrirla ocupada! Memorable el frío del aire acondicionado, que me dejó sin voz, y el calor de su ausencia.Al viajar en tren en la India, ciertos escrúpulos deben dejarse en la estación, allí con las cucarachas y las ratas que transitan las vías. Y hay alguna de las primeras que incluso viajan en tu vagón!
Es divertido, entretenido y una genial manera de empaparse de su cultura.
El tren indio es la antítesis del tren japonés (que conocí este verano pasado) y te fascina pensar que son el mismo medio de transporte, con esa esencia y lecturas tan distintas. El tren bala, el Shinkansen, recorre los 476 kilómetros de Tokyo a Kyoto en dos horas y treinta y cinco minutos, mientras que el tren indio (el Kanyakumari exprés) te lleva de Bangalore a Coimbatore (432 km) en nada más y nada menos que ocho horas. Siempre que no lleve retraso, claro.
Así pues, no nos debería extrañar en absoluto, que los indios se expliquen mucho más la vida que los japoneses mientras viajan en tren. Yo prefiero ocho horas a dos para poder explicar la mía :) .

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