Después de pasar un día recorriendo sus calles sin asfaltar, sus caminos repletos de templos, observando ese río repleto de rocas de aristas redondeadas, sólo puedes celebrar, como decía Séneca, que "hoy has vivido". Has vivido allí.
Pasear entre templos y edificaciones , construidos con esa roca que parece endémica de Hampi, ver a su gente como acude al río para el baño, sortear mientras caminas los preciosos rangolis en el suelo y seguir con la vista a los monos que saltan de casa en casa, te inmiscuye en una historia con atmósfera de cuento. Y que te atrapa. No sé si he encontrado o encontraré aldea o pueblo en el mundo más bonito que Hampi.
Y además debo decir que el recuerdo de Hampi y de las sensaciones que allí viví me han salvado más de una vez. Como remedio a momentos donde te pasas de vivir deprisa, Hampi es lo mejor.
Las risas y miradas de la gente (pero sobretodo de los niños y las niñas)
Lo haré, pero parece complicado describir algo como estas miradas.
Juzgad vosotros mismos:





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